San Mario fue un comerciante persa que viajó a Roma con su esposa Martha y con sus dos hijos. El motivo del viaje fue paradójico o profético, según se quiera: fueron paraa venerar las reliquias de los mártires y los sepulcros de San Pedro y San Pablo en tiempos del emperador Claudio II y, finalmente, ellos también terminaron siendo convertidos en mártires.
Efectivamente, después de atender a su devoción, se dedicaban a socorrer a los cristianos que estaban en las cárceles, hasta que un día fueron apresados también ellos por mandato del emperador. En vistas de que no podía hacerles renegar de su fe, los entregó a un juez llamado Musciano o Marciano para que les diese muerte después de atormentarlos; éste hizo apalear a Mario y a sus dos hijos delante de Martha, y después mutiló sus miembros y abrasó sus costados con hachas encendidas.
Llevados por fin al arenal de la Vía Cornelia, les cortó la cabeza. Ocurrió esto en el año 270.
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