España tendrá una serie de características propias que diferenciarán su proceso de industrialización del resto de Europa. Entre ellas podemos destacar la falta de fuentes de energía, la ausencia de una burguesía fuerte y con mentalidad inversora, una posición geográfica marginal que sitúa a nuestro país lejos de los centros pujantes de la industrialización, una población empobrecida en gran medida.
Por lo demás, la industrialización en España verá su nacimiento en los mismos sectores: la industria siderúrgica y la textil. La primera se desarrollará básicamente en el País Vasco y la segunda en Cataluña.
A la postre, la realidad española estará presidida por el DESEQUILIBRIO, ya que mientras esas regiones veían cómo se desplegaba el proceso de industrialización, el resto del país permanecía al margen del mismo, sumido en una agricultura muy atrasada.
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