A partir de ese momento, este vasto y populoso territorio (200.000.000 habitantes durante el periodo 1860-1870, considerado un “Imperio dentro del Imperio”. A continuación se expondrán los motivos y factores, en gran parte interrelacionados, que otorgaron el sobrenombre de “the Jewel in the Crown”.
1. MOTIVACIONES IDEOLÓGICO-MORALES: LA SUPREMACÍA DE LA RAZA BLANCA o EL DARWINISMO SOCIAL.
Para empezar, su conquista y conservación se debe, en primer lugar, a razones de carácter ideológico, razones comunes a cualquier fenómeno imperialista del siglo XIX.
Dos ejemplos de la ideología de la superioridad europea: los beneficios que los contemporáneos derivaban de la introducción del ferrocarril y de la máquina de vapor. Se entendía que, dados los beneficios derivados del ferrocarril, era una obligación de exportar esta innovación tecnológica a un pueblo necesitado del progreso y la civilización metropolitana, que serviría además como un símbolo de la dominación británica. Lo mismo ocurrió con la introducción de la máquina de vapor. En este sentido Bentinck, entusiasta del vapor y ex gobernador general de la colonia relataba en el Parlamento de Glasgow:
“(…) la gran máquina para trabajar en la mejora moral [de la India] (…) en la misma proporción en que la comunicación entre los dos países se vea facilitada y acortada, así se aproximará la civilizada Europa a estas regiones ignorantes y en sombras; esta es la mejor vía para que fluya un gran manantial de mejora”.
En definitiva se trataba de la idea de la supremacía de la raza blanca y de su misión civilizadora en el mundo, en el contexto de la ideología dominante en ese momento del “darwinismo social”.
2. MOTIVACIONES MILITARES.
En buena medida, la gran colonia fue un terreno fértil para el reclutamiento de soldados, por mucho que éste no se produjera de modo estrictamente forzoso.
El ejército indio, de unos 150.000-200.000 efectivos dependiendo del momento, fue el “mayor ejército jamás conocido en una posesión colonial”. Estas tropas eran rápidamente movilizadas en caso de emergencia a cualquier parte del imperio, como por ejemplo en el caso de la dura conquista de Birmania entre 1826 y 1856, que requirió de grandes recursos humanos. En este sentido, Sir Charles Crossthwaite se preguntaba:
“¿Cuánto tiempo habría costado conquistar y pacificar Birmania si no hubiéramos contado con la ayuda de los soldados de la India, y cuál habría sido el precio en hombres y dinero?”.
Seguramente un precio muy alto.
Gracias a la India, Gran Bretaña, la mayor potencia naval del siglo XIX, pero sensiblemente débil en su vertiente militar terrestre, fue convertida en la máxima potencia territorial de Oriente.
3. MOTIVACIONES ECONÓMICAS.
La India fue tremendamente estimada porque ayudó también a costear el enorme y gravoso imperio británico, aparte de contribuir, por supuesto, al enriquecimiento de grandes comerciantes y hombres de negocio. Por tanto, del comercio con la India se derivó un doble beneficio: el de las compañías privadas inglesas y el del propio Estado británico. Supuso pingües beneficios para las compañías, incrementado por la construcción del ferrocarril y el vapor marítimo, y, sobre todo a nivel público, supuso la posibilidad de equilibrar una balanza de pagos cada vez menos positiva por la agresividad de las economías emergentes cada vez más pujantes, como las de Alemania y EEUU.
La India supuso mano de obra barata (que sustituyó a la abolida mano de obra esclava), compra de materias primas baratas y mercado en el que colocar los productos manufacturados de la metrópoli.
Las relaciones comerciales forzadas (monopolio comercial) supusieron un enorme beneficio para el Estado británico.
La “Joya de la Corona” fue llamada así por la contribución de su población a satisfacer la demanda de mano de obra que precisaba la metrópoli. Por ejemplo, la India, la valiosa “fuente de hombres y recursos” y contribuyó desde 1830 a superar los inconvenientes de la abolición de la esclavitud en la Inglaterra victoriana, con el envío de fuerza de trabajo en régimen semiforzado: para el soporte de las posesiones coloniales europeas partieron un millón y trescientos mil trabajadores.
El mismo ejército al que hemos aludido anteriormente fue sufragado a través de los beneficios extraídos de la propia colonia, derivados éstos, entre otros factores, de la reducción de costes implícitos que conllevaban las importaciones procedentes de suelo indio.
Gran Bretaña extrajo de la gran colonia un considerable número de materias primas: algodón en bruto, yute, té, aceite de semilla de trigo, diversos productos agrícolas y otros artículos de carácter exótico imposibles de encontrar en occidente.
Paralelamente, el Estado británico vio en la India un enorme mercado donde colocar sus productos nacionales, básicamente manufacturas de tipo algodonero, también objetos metálicos, entre otros bienes elaborados. En 1913 el 60% de las exportaciones británicas se habían dirigido a la posesión asiática.
De esta manera, pues, el gran imperio encontró en la India un negocio redondo:
• Primero, no sólo la balanza comercial logró un contrastado equilibrio, sino que estos vínculos comerciales propiciaron además un superávit en la balanza de pagos británica, justo en el momento en el que su propia posición comercial empezaba a declinar en beneficio de otras grandes potencias emergentes en el escenario internacional, como Alemania o los Estados Unidos.
• Segundo, la India contribuyó al mismo tiempo a proteger y reforzar los enclaves comerciales de la ruta oriental. Sin ir más lejos, la propia colonia india tuvo que nivelar su balanza comercial exportando opio a China, hecho que con el tiempo provocaría los sucesivos conflictos bélicos conocidos como las Guerras del Opio.
4. MOTIVACIONES POLÍTICO-SOCIALES.
La posibilidad de promoción social, rasgo típico de las sociedades capitalistas, y difícil de conseguir a veces en el propio estado, fue ofertada y lograda en relación a la India a través de diferentes puestos de trabajo, como los relacionados con la construcción del ferrocarril, el ejército o las distintas compañías comerciales.

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