Hª España. Análisis documental. Tema 4, documento nº 6. Circular de Pi y Margall

Comenzaremos el análisis de esta circular, en primer lugar, realizando algunas observaciones relevantes sobre la autoría de la misma. Tras la proclamación por las Cortes de la República como forma del Estado español el 11 de febrero de 1873, Estanislao Figueras fue nombrado presidente de la República. Éste formará un gobierno constituido, entre otros, por Pi y Margall[1], que ocupará el ministerio de Gobernación. Es por esto que será el responsable de enviar la presente circular a todos los gobernadores civiles, es decir, a los representantes del gobierno central en las diferentes provincias españolas.

En segundo lugar, hay que destacar que este documento oficial de trascendental importancia pretendía llamar al orden a todos los gobernadores de provincia para que acatasen la República como nueva forma del Estado. No hay que olvidar que, hasta ese momento, eran los representantes provinciales de un Estado español que tenía la forma de monarquía y que, además, dependían directamente del ministerio de Gobernación. Por tanto, la actitud y el papel de estos gobernadores resultaba clave en la aceptación de la nueva forma del Estado, y, sobre todo, para que la transición se llevase a cabo con orden y sin violencia.

Pi y Margall justifica la proclamación de la República al ser una decisión que se ha tomado sin violencia de ningún tipo, sino que ha sido una decisión que ha emanado de las “Cortes soberanas” y, por tanto, se trata de una decisión totalmente legítima.

Por último, conviene destacar que la circular incluye el lema de la Primera República: “orden, libertad y justicia” que la identifica con la vigente Constitución de 1869, que reconoce en su preámbulo en esos mismos tres principios como  valores inspiradores. Esos tres valores serán, sin duda, las grandes aspiraciones de la República:

Ø  La recuperación del orden social, un auténtico quebradero de cabeza durante todo el Sexenio Revolucionario.

Ø  La extensión de las libertades, sin menoscabo.

Ø  La justicia, superando las numerosas desigualdades que todavía sangraban la España del momento.

Pero, aunque desde esta circular expresamente quiera desmarcar a la República de la anarquía (republicanos y anarquistas habían compartido hasta ese momento espacios y movilizaciones en la calle), no obstante, el desorden público continuará siendo alimentado por los propios republicanos. Las ansias reformadoras de los más radicales alentaron el movimiento cantonalista que, finalmente, se convertirá en el más grave problema de la República y que la pondrá contra las cuerdas. Hasta tal punto que será uno de las causas de su propio fin. Y con ello, se pondrá punto final a ese capítulo del Sexenio Revolucionario, ese intento por democratizar la España del XIX.

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[1] Pi y Margall tuvo que exiliarse en los últimos años del reinado de Isabel II. Tras el éxito de la revolución de 1868, “la Gloriosa”, retornará. Su popularidad no dejará de crecer y tendrá un reconocido lugar entre los republicanos federalistas. Conforme va pasando el tiempo, los republicanos iban cobrando protagonismo y eran un obstáculo para las pretensiones monárquicas de Prim. Éste, en un intento por contentarlos, ofrecerá a Castelar y a Pi y Margall los ministerios de Hacienda y Fomento. Pero todo será inútil: el republicanismo ya no tenía marcha atrás y en 1870 Pi y Margall será elegido dirigente del partido republicano. Su protagonismo crecerá durante la presidencia de Figueras y, tras su dimisión, será elegido segundo presidente de la República