miércoles, 22 de junio de 2016
Adiós. Confesiones.
Adiós. Confesiones para esos “amigos pequeños”, esos alumnos
con los que he compartido tanto.
Sabéis que hoy ha sido un día difícil. Un día en el que
hemos recordado y en el que hemos compartido abrazos y lágrimas. Para mí han
sido tres años, tres años inolvidables que hoy han tocado a su fin. Hoy, cuando
cogía la llave para entrar en el instituto no podía evitar pensar que era el
último día que pasaría por esos pasillos llenos de alumnos, llenos de esa gente
(con nombre y rostro) con los que he tenido la suerte de vivir tanto. Hoy para
mí es un día amargo. Así es y, en honor a la verdad, me alegro de que sea así,
porque es señal de que el trabajo ha merecido la pena. Como hoy os decía a
algunos, el día que no consiga que mis alumnos disfruten, el día que me dé
cuenta de que solo han aprendido Historia y el día que no me entristezca el
dejarlos, ese día habrá llegado el momento de dejar la enseñanza. Gracias a Dios (¡¡¡¡Gracias!!!!) ese día lo veo,
sinceramente, cada vez más lejos. No sé cuánta historia habrán aprendido, pero
con los que he podido compartir tantas historias de las que sí que espero hayan
aprendido
Cuando os miro a los ojos,
veo que hay tanto que daros, que es posible hacer tanto, hablar tanto,
dar tanto… Miro atrás y no puedo más que darme cuenta de que me quedó mucho por
hacer, que no pude rescatar a más, que a algunos no supe llegar lo suficiente.
Lo siento. Lo hice lo mejor que supe, aunque no siempre supe lo suficiente.
Perdón.
Eso sí, hoy me voy comprobando como una vez más ocurrió el
milagro. Cómo se cumplió lo que pensé cuando os vi por primera vez. Entré en
silencio en clase y uno por uno os miré a los ojos antes de articular palabra y
con una sonrisa pensé: “míralos, ellos no saben lo que yo sí sé: que cuando
llegue junio, no sé cómo ocurrirá, pero cada uno de ellos será especial para mí
y yo para ellos; que cuando llegue junio nos dolerá despedirnos y lo haremos,
al menos yo, entre lágrimas”.
Espero que hagáis lo que hagáis en la vida lo hagáis con
ilusión, pero, sobre todo, entregándote, dándote a los demás. Darse, darse,
darse: no hay otro camino en la vida.
Espero que hagas lo que hagas mantengas la ilusión y lo
hagas con pasión.
No espero de ti que seas rico, presidente o director. Espero,
sencillamente, que cuando vuelva a saber de ti, me hablen de alguien verdadero,
de alguien honesto, de alguien entusiasta, de alguien que, cuando no está, se
echa mucho de menos. Solo eso. ¿Para qué más?
Como sabéis, antes fui aquel maestro de Infantil que estuvo durante casi
veinte años sencillamente jugando a piratas, siendo el Capitán de tripulaciones
y tripulaciones de piratas.
Y ahora en Secundaria vuelvo a sentirme del mismo modo: el
Capitán de otros nuevos piratas aventureros que
tienen todo un mar por delante por surcar y descubrir.
Llegué con una mochila llena pero me voy hoy con maletas y
maletas llenas y rebosantes de trozos de todos vosotros. Me voy con mucho más
de lo que llegué. Al final, me llevo
tanto que pienso que lo mío es puro egoísmo, porque tengo la sensación de
recibir más de lo que doy.
Ya sabéis que la memoria no es mi fuerte. Por Dios, si me
ves no dejes de saludarme. Recuérdame tu nombre: “Soy Fulano, del Monroy”. Y si aún así no soy capaz de
situarte, no me lo tengas en cuenta. Nunca pienses que no me importaste. Lo que
vivimos fue verdad, lo que vivimos ES verdad.
Un abrazo, un fuerte, fuerte abrazo. Siempre vuestro.
Vuestro Capitán.
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4 comentarios:
¡Qué grande eres Roas! No sabes cuanto y como te voy a echar de menos, como dice al final, siempre tuya. ������
Un abrazo Elena!!!!!!!!!!
No sé si mi comentario es correcto situarlo en esta entrada, pero sinceramente siento la necesidad como alumna tuya que fui, de dedicarte una vez más unas palabras. Sé que sieeeempre te escribo por algún lado, sea cual sea, lo sé. A lo mejor soy un pesada, quizás.
A lo mejor soy la única que está siempre comentando en cada sitio y diciéndote lo mismo una y otra vez. A lo mejor ya estás harto de mis comentarios, en plan: "otra vé' la Lucía" JAJAJAJAJAJAJA...
Una vez más, y supongo que todos tus alumnos (o casi todos) pensarán lo mismo... GRACIAS. Es casi casi lo único que tengo (y tenemos) que decirte. Espero que te vaya genial. Verdaderamente me has emocionado con lo que has dicho aquí, en esta entrada. He sentido como si nos lo escribieses a cada uno de nosotros, a cada alumno y a cada alumna que has tenido durante estos tres años. Sé que es así, que va para todos, pero lo he sentido como algo muy especial. Eres el único profesor que ha sabido, mejor que ningún otro, tratarnos a cada uno por igual, ayudarnos en todo, darnos los mejores consejos, llegar al corazón de cada uno. Ser tú mismo siempre, con tus anécdotas...
Sé que te he dicho ya muuuuuuuuuuuuuuuuuuuchas cosas, y sé que aún me quedan muuuuuuuuchas cosas por decirte. Aun así, resumiendo un poquillo... No sabes cuánto me alegro de haber formado parte de esta tripulación. Millones de besos capitán.
¿¿¿¿¿Harto??????? ¡¡¡¡Cómo estarlo!!!!! Sabes, y sabes bien, que me llevo un trocito de ti. De esa "mi señorita colorada", de esa cara que siempre que me asomaba a aquella clase se iluminaba al saludarla. Sé que nos han quedado mil y una cosas por hablar y compartir. Pero también sé que hemos compartido mil y una también. En fin, han sido tres años muy, muy intensos. Tres años que recordaré siempre. Tres años llenando mi mochila de trocitos de vosotros. Tres años dando y recibiendo, dando y recibiendo, dando y recibiendo. Siempre, siempre, siempre me encantará encontrarme mensajes de mis alumnos (de este año o de otros años, qué más da; mis alumnos al fin y al cabo, siempre mis alumnos), encontrarme mensajes tuyos. Siempre es una alegría. Siempre Un abrazo espachurrante de tu capitán.
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