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Nueva página de Selectividad para Historia del Arte.

Se ha renovado la página de Selectividad de Historia del Arte de nuestra web. Actualizada a día de hoy con todas las orientaciones necesarias para la Selectividad de este año 2021.

Roma'2020. Parece mentira.... ¿Repetimos?

Roma'2020. Parece mentira.... ¿Repetimos?

Calificaciones aquí en el blog.

El poner las notas aquí en el blog viene para dar respuesta a dos necesidades: la primera que el alumno tenga su nota cuanto antes (no solo es de agradecer, sino que, además, hace que la nota sea verdaderamente útil); y la segunda para que los padres, sin duda, también sepan, lo antes posible y a tiempo, cómo marchan sus hijos.

Es por esto que se ruega que no se hagan circular por otros lugares y otros modos para evitar que se saquen de contexto.

No obstante, si alguna familia tiene problemas con conocer las notas de su hijo por anticipado aquí en el blog, no tiene más que hacérmelo saber.

viernes, 26 de mayo de 2017

Gracias, gracias, gracias.

Gracias, gracias, gracias.
A todos aquellos que nos han acompañado en esta aventura, permitidme tres cosas: un “gracias” enorme, poner punto final a esta etapa y contaros algo que esperamos hasta el día de hoy para poder contar. Si quieres, serán cinco minutos.
Un gracias enorme.
Pufff, empieza a ser costumbre colgar un “gracias”. ¡Ojalá sea así! No deja de ser que vivimos el privilegio de estar “agradecidos”. ¡Mucho debemos estar viviendo para tener que mostrar siempre tanto agradecimiento! Pero es que es imposible no hacerlo.
Creo que es hora de compartir con tantos, con todos, algunas de las cosas vividas y lo vivido hoy.
Allá por el mes de noviembre, leía un hashtag tan sorprendente que se lo leí a Maite, mi mujer: “Mira. Cuidado lo que ha escrito un chalao: #PremioprincesadelosdeportesparaPabloyJoseManuel”. Teníamos claro que era una broma, de eso no había duda alguna. La única duda era si se trataba de una gracia de buen gusto o de mal gusto. Vamos, si alguien estaba riéndose con nosotros o de nosotros, por aquello de que corríamos con una silla de ruedas.
Con el tiempo, el tal Lalo, que era el que firmaba, continuó insistiendo y estaba claro que estaba loco: iba en serio.
Ya en enero nos contactó a fin de que le diéramos permiso de intentar en firme presentar una candidatura a los Premios Princesa. Huelga decir que, por supuesto, como cualquier persona cabal, le dije, sencillamente que ni flores, que no. Él insisitía. Pero lo teníamos claro: los Premios Princesa para alguien como yo que los había visto nacer, eran los Premios Príncipe de Asturias de toda la vida, algo que sonaba a alfombra roja, trajes deslumbrantes, grandes titulares, telediario y portadas de revista con gente importante. Nosotros, sencillamente, no cuadrábamos en eso. Era ridículo. Pero él insistía.
En un momento dado, Lalo dijo que conseguir una candidatura era más que difícil y ser finalista, imposible. Conseguir el galardón era harina de otro costal: no podía ni soñarse. Pero cuando él dijo “imposible”, mi tono cambió.
“Lalo –le dije- si es imposible va a ser que te voy a dar permiso. Porque cuando un imposible se hace posible, eso tiene un nombre: se llama milagro. Y nosotros en casa hemos visto milagros con Pablo; el mayor de todos, el poder contemplar cómo vivimos con él, cómo una realidad que nos pasó como un tsunami por encima de nuestras cabezas el día de su nacimiento, no solo no nos ha hundido, sino que, en verdad, tantos días disfrutamos de una vida envidiable. ¡Si alguien nos hubiera dicho entonces que íbamos a vivir así hasta me habría enfadado por sentirme que estaba menospreciando nuestro sufrimiento y nuestro dolor! Pero, dieciocho años después, el milagro se ha producido. Por eso, –continué- como esto que propones es una “idea descabellada” se desinflará en unos días. Claro que si Dios está detrás de ella, él puede obrar el milagro. No seré yo quien luche contra ella.”
Y así comenzó todo. Y la “idea descabellada” llegó hasta hoy: ¡Largo recorrido para una “idea descabellada”!
Primero con la candidatura llegó lo “muy difícil” y, después, en la final se alcanzó lo imposible. Eso sí, la harina no llegó a sacarse de otro costal. Pero lo imposible sí que se hizo posible, desde luego que sí. ¿Qué imposible? ¿El llegar a la final? Sí, cierto, pero muchos más imposibles se han hecho posibles.
Nosotros no somos nadie, solo una familia, un matrimonio con sus hijos, un padre que corre con su hijo. Nada más. Nunca hemos pretendido nada más allás de verlo disfrutar y disfrutar como enanos con él. Miles de personas llevan a cabo cada día acciones extraordinarias, lo que ocurre es que en nosotros se han fijado. Ya está.
Imposible era disfrutar con un niño tan metido en sí mismo como Pablo, y se hizo posible hasta el extremo. ¡Nunca, nunca, nunca he visto a nadie disfrutar tanto como él! Irradia una alegría imposible para el común de los mortales. Cuando él chilla, todo su cuerpo chilla, se tensiona, se pone fuera de sí. Cuando él disfruta, disfruta como un loco. Nadie ríe como él, cuando él ríe es plenamente feliz, sin límite.
Imposible era que a un niño como Pablo, cualquiera le mirara a la cara con libertad y con una sonrisa, y a los ojos. Imposible me parecía aquel dos de septiembre que Pablo fuera para nosotros la ternura y la delicia hecha persona. Imposible me parecía aquel dos de septiembre que con Pablo fuera a aprender qué es la sinceridad, la sencillez, el amor y el perdón. El amor y el perdón es lo que él me brinda tantas noches, cuando al llevarlo a la cama después de no haberle echado cuenta y de no haberlo tratado como se merece, él, en lugar de despedirme, me mira con sus ojos brillantes y me dedica la mayor de sus sonrisas. ¡Si duda, yo jamás podré ser tan persona como él! ¡Y tenemos la suerte, sin merecerla, de tenerlo en casa!
Imposible me parecía aquel dos de septiembre que un niño como Pablo generara tanta alegría, tanta ilusión, tanta esperanza en tanta gente, en tantas y tantas personas.
Imposible es que a un Pablo se le haya tenido en cuenta para una dignidad tan grande. Esto ha sido más que emocionante: significa que se ha reconocido a la persona por encima de las apariencias y de las capacidades. ¡Se le ha reconocido como persona! ¡Y en él a todos los Pablos del mundo? ¿Se puede pedir mayor galardón? Desde luego, para el padre de un Pablo, puedo asegurar que esto es muy difícil de superar. Y, sin negar ni un ápice el honor de los Premios Princesa –no, por Dios, no es lo que pretendo decir-, desde luego todo esto supone una alegría mucho mayor.
¿Se puede pedir más? ¿Acaso lo vivido no ha sido espectacular? ¿De verdad que a alguien le parece poco premio? ¡Nunca imaginamos que podíamos llegar a vivir tanto!

Termina esta etapa.
Todo ha sido espectacular en lo humano (atenciones y reconocimientos incontables, carreras, viajes,…) y en lo divino. Porque hay que ver a cuánta gente ha llegado esta historia, sin pretenderlo. Cuántos valores se han puesto en valor, se ha mostrado que otra forma de vivir es posible, que sufrir no es incompatible con disfrutar y que, como todos saben, Dios para nosotros no es un extraño distante (¡no) sino esa persona que nos ayuda, nos sostiene y hace posible el milagro de disfrutar del maratón de cada día.
Por eso, queremos transmitir a todos que no estamos contentos, sino contentísimos. Y que ni siquiera esto es lo mejor. Para los que nos gusta la montaña, sabemos que lo que vemos al fondo no es el final. Detrás del recodo que se ve al fondo, siempre continúa el camino. Por eso, en la confianza de que todo lo vivido no se puede describir con palabras, ya me muero de la curiosidad por saber por dónde pasará el camino. Pero seguro será muy bueno.
Con los “Princesa”, una vez más, el camino, se convirtió en meta.

Algo que contar.
En estos meses, ha habido mucho más de lo que se ha visto y se ha contado. Los que nos rodean saben que la historia de los Premios Princesa ha sido una historia secundaria en nuestra familia. Muchos nos han echado de menos nuestra participación en Sevilla y en Madrid, y hubimos de dejar colgadas las medias de Cambridge y Elche.
Y es que, lo que en principio, parecía una simple lesión, terminó por desvelarse como una fractura de cadera. Pablo tuvo que ser intervenido y lleva unos meses difíciles. La vida para nosotros no ha sido nada, nada fácil. Este sí que está siendo ese “muro” del maratón. Vivir como hemos vivido ha sido difícil pero nos hemos sentido sostenidos.
Todo ocurrió en plena movida de los Premios y por eso no quisimos hacerlo público. Nunca quisimos dar pie ni por asomo a despertar lástima y, sobre todo, a que alguien pensara que queríamos rentabilizar los sufrimientos de nuestro hijo y los nuestros. No ha sido un secreto, solo prudencia. De hecho, todos los periodistas que nos han entrevistado lo saben, pero expresamente les prohibimos hacerlo público. Lo sabían para que entendieran el contenido de lo que contábamos y para que fueran respetuosos con nuestra forma de pensar. Ha habido momentos muy pero que muy difíciles. Aún no sabemos cuánto podrá recuperar Pablo. Pero, de verdad, nos sentimos sostenidos. Y eso es otro imposible. Otro milagro.
Ahora, una vez pasados los Premios, pensamos que es más cómodo para todos saberlo. Ahora se entenderá mejor cuando decíamos que para nosotros los premios eran un honor, nuestra vida era más sencilla. La vida ES más sencilla. Nunca pretendimos ser voz de nada, pero si ese mensaje ha llegado a través nuestra, nos alegra. Porque significa que los sufrimientos de Pablo han dado el mejor de los frutos.
Para nosotros todo lo vivido ha sido un premio enorme, aunque, puestos a pedir… ¡Cuánto daríamos por ver a Pablo disfrutar en carrera como antes! Y, si Dios quiere, eso será más pronto que tarde. ¡El premio gordo!
Me viene a la mente cómo terminé aquella primera conversación con Lalo: “Lalo, lo de conseguir el premio da lo mismo; solo espero que todo esto sirva para algo bueno”. Y, otra cosa no, pero los “algos buenos” han sido una verdadera y multitudinaria legión.
Así, que no podemos decir más que GRACIAS. Siempre podré contar que tuve el privilegio de vivir con un Pablo que hizo sonreír a toda una generación e hizo alegrarse a todos sin distinción, y generó una unión pocas veces vista entre gentes tan distintas.
Gracias a todos los que lo han vivido y a los que han empujado en este sueño.
Gracias a todos los que se han emocionado con esta historia.
Gracias Lalo, gracias Gemán. Amigos.
Gracias a Dios por habernos regalado el vivir esta aventura tan sorprendente.

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