Aquí os dejo un kit-kat. A ver si puede ser que nos veamos pronto. Por mi parte hay ganas de cosas pequeñas: el cruzar los pasillos entre horas, caminar, charlar y bromear en clase, compartir y debatir, el intentar que me dé tiempo a tomar un café, darme la vuelta sin miedo durante la noche. Ganas de dejar otras cosas: las curas y el mosqueo por el dolor permanente, el estar pendiente permanentemente de cómo poner el pie. Y ganas, por qué no, de recuperar mis rutinas: esas carreras con Pablo por las tardes.
En fin, hoy me encontré esta imagen y me han venido un montón de recuerdos... y algunas reflexiones. Las comparto con vosotros (es la manera de daros la paliza desde la distancia). Si necesitáis algo, ya sabéis dónde encontrarme.
Ya se lo explicó Moisés al faraón: la vida es una sucesión de épocas de vacas gordas y de vacas flacas. Y las dos son tan necesarias como imprescindibles. El caso es que suele ocurrirnos que nos olvidamos de esto con facilidad y, cuando llegan la carestía y la adversidad, tendemos a hundirnos bajo el peso del pensamiento del "será así para siempre", creyéndonos los más desgraciados de todos los hombres. De igual modo, cuando sobrevienen la abundancia y los vientos favorables todo nos parece posible, nos creemos superman e, incluso, nos cuesta entender por qué otros, sencillamente, no pueden con su vida.

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