Notas del examen del tema de las revoluciones liberales y los nacionalismos.

Después de toda la tarde corrigiendo, un pensamiento es el que ronda por mi cabeza: decepcionante.
Y, esta vez, con total franqueza no encuentro más que una sola explicación: falta de estudio.

¿Qué hacemos ahora? ¿Hacemos como que no ha pasado nada? ¿Jugamos a decir que no tiene importancia? ¿Me pongo "en plan" motivador diciendo que podéis y que es un bache que se puede superar?

No, no quiero hacer la vista gorda.
No, no quiero participar en ese juego.
No, no creo que la motivación consista en ver, oír y callar.

Siempre he esperado mucho de vosotros. Siempre. Pero la realidad es tozuda y se empeña en mostrarme que cada vez vais a menos: estáis trabajando menos cada año, os estáis dejando ir, habéis aprendido, sí, pero a ir tirando y a ser conformistas.

Esperaba de vosotros gente mucho más valiente, la verdad: valientes para arriesgar, valientes para dar, valientes para ir hacia delante,valientes para jugársela. Valientes.

Esperaba de vosotros gente que luchara, gente que muriera, pero siempre con las botas puestas: siempre combatiendo, siempre dándolo todo.

Esperaba enseñaros que hay que echarle ganas a la vida, que siempre merece la pena intentarlo. Y, por supuesto, esperaba enseñaros cosas como honradez en la entrega, sinceridad en el error, ganas de superarse, ilusión por aprender, y, por qué no, enseñaros a darse, darse y no reservarse.

Pero me encuentro ahora a unos muchachos que desisten, que se rinden, que no ambicionan....

Decepción. No sé qué parte en todo esto me corresponde a mí, porque no me cabe duda que una parte de este pastel es mía. Desconozco qué parte le corresponde a vuestros padres, porque seguro que también tienen otra parte. Pero no os engañéis: ya no sois niños, la mayor parte del pastel es, sin lugar a dudas, vuestra.

Va siendo hora de que dejéis de esconderos detrás de los demás. Va siendo hora de que cada uno asuma su parte. Va siendo hora de moverse.

Os toca mover ficha: si nada se mueve, nada cambiará.

Todavía me resisto a pensar que no queréis cambiar esto. Todavía me resisto a pensar que estáis resignados. Todavía me resisto a pensar que no estáis dispuestos a mover ficha.

¿Me diréis que no estáis dispuestos? ¿Me diréis que no sabéis que ha ocurrido? ¿Me volveréis a decir que la culpa esta fuera de vosotros?

¡No, por favor, no! ¿Tan poco os he mostrado en estos cuatro cursos? ¿Qué hay de aquellos ojos temblorosos de aquel primer septiembre? ¿Qué hay de aquellos ojos de ilusión que brillaban ante las mil historias que compartíamos cada día? ¿Qué ha sido de esos pequeños? ¿Dónde están? Dónde están que me gustaría volver a encontrarlos....

¿Tan poco os he mostrado? ¿O es que tampoco os he mostrado nada?  Siempre os hablé de lucha, de ilusión, de entrega. Pero nunca me quedé en la palabra: os lo mostré, os lo enseñé. Siempre fui el primero que trabajó, el primero que reconoció el error, el primero que ilusionó y bregó todo lo bregable.

No, no digáis que no.

Os toca mover ficha. Pero movedla pronto. Os toca hacer revisión porque se puede llevar a un caballo a la fuente del conocimiento, pero no se le puede obligar a beber.

No puedo obligaros a beber, cierto. Y, aunque sé que nada puedo hacer, tendría que seguir llevándoos. ¿O no? ¿Habrá llegado, quizás, el momento de dejaros que experimentéis la sed? No lo sé.

Sé que os toca mover ficha. Esperaba mucho, esperaba tanto....
Tenía tanta ilusión puesta en vosotros, tantas ilusiones...
Y sabéis, porque lo sabéis, que es cierto.

He hecho todo lo que sé, al menos eso creo. Lo que es seguro es que me he dado sin reservas. No hay más.

Os toca mover ficha. Pero movedla pronto.