¿Has estado en la Capilla Sixtina? Pincha en la imagen y date una vueltecita sin aglomeraciones...

Nueva página de Selectividad para Historia del Arte.

Se ha renovado la página de Selectividad de Historia del Arte de nuestra web. Actualizada a día de hoy con todas las orientaciones necesarias para la Selectividad de este año 2021.

Roma'2020. Parece mentira.... ¿Repetimos?

Roma'2020. Parece mentira.... ¿Repetimos?

Calificaciones aquí en el blog.

El poner las notas aquí en el blog viene para dar respuesta a dos necesidades: la primera que el alumno tenga su nota cuanto antes (no solo es de agradecer, sino que, además, hace que la nota sea verdaderamente útil); y la segunda para que los padres, sin duda, también sepan, lo antes posible y a tiempo, cómo marchan sus hijos.

Es por esto que se ruega que no se hagan circular por otros lugares y otros modos para evitar que se saquen de contexto.

No obstante, si alguna familia tiene problemas con conocer las notas de su hijo por anticipado aquí en el blog, no tiene más que hacérmelo saber.

martes, 31 de marzo de 2020

 Día 18 después del día C. Ya no queda otra. No va a quedar más remedio que rezar...

Uffff. Se acerca el momento. Se ve venir. Qué iluso: mira que al principio, yo creía que íbamos a poder aguantar dos meses por lo menos. Sí, dos meses. ¡Seré tonto! ¡Enseguida! Hoy me he plantado delante del frigorífico y de la despensa y está claro que es inminente: va a haber que ir a comprar.

Verás de garbanzos, lentejas, leche, macarrones… ah! y de papel higiénico, vamos sobrados. Pero es que no queda ni un triste yogur blanco. Como será la cosa que hoy teníamos para cenar unos filetes de pollo a la plancha. ¡Vamos, una cena de un alegre….! Pues fue aparecer con un paquete de patatas fritas que quedaba por ahí y no veas la fiesta que me hicieron: hubo más aplausos que a las ocho y alguna de mis hijas se le saltaron hasta las lágrimas. Ojú: estaba claro que habrá que salir a comprar.

Vaya por Dios, que se me está acabando el paraíso del confinamiento, porque eso de sacar cosas, comida y más comida y que no se acabara nada y no tener que salir a comprar era el paraíso terrenal. Qué felicidad. Vamos que donde se pusiera la vista de mi despensa que se quitara Chipiona. Cómo era eso de plantarme delante y decirle todo orgulloso: “Mírala, es MI despensa. ¡Anda que no he hecho la compra bien ni ná! Seguro que tengo la mejor despensa del vecindario: ¡Aquí resistimos hasta un apocalipsis nuclear!”.

Y es que hacer la compra, así sin más, ya ha sido siempre uno de mis peores momentos de la semana. Pero, qué quieres que te diga, esto ahora ha pasado a otro nivel: ahora es una pesadilla, pero una pesadilla de esas en las que en el sueño estás con lo de “por Dios, que me tengo que despertar, que me tengo que despertar”.

Porque tú me dirás: a ver, el confinamiento es una tontería; el problema gordo, pero gordo, gordo, es tener que ir a comprar. Es que se ha vuelto complicado de cojones y tengo un montón de dudas. Por ejemplo, ¿se coge el ascensor o no se coge? Porque he escuchado que lo suyo es no cogerlo, pero, claro, ¿y si sale algún vecino? Es que en la escalera no hay ni distancia de seguridad ni nada que se le parezca. Uffff, entonces habrá que rezar para que no salga ningún vecino. Ah y también tengo la duda de los guantes, ¿Te pones los guantes antes de salir de casa? Claro porque le tienes que dar al abrepuerta y luego a la puerta del bloque. Vale, te los pones. Peo luego, ¿qué haces? ¿te los quitas para coger el mando del coche? Y si no, ¿al volver también desinfectas el mando? Mira que yo soy un manazas y me lo cargo fijo, ¿eh? Bueno, entones, habrá que rezar para que no me cargue el mando, porque creo que el tío de los mandos no es muy esencial y. como me lo cargue, el próximo día voy a tener que ir a comprar andando. Ojú qué lío.

Bueno, y a todo esto, esperemos que no haya cola en el supermercado y pueda ir rapidito. Porque si me encuentro a alguien conocido y se acerca peligrosamente a mi distancia de seguridad, ¿qué hay que hacer? ¿Qué hago? ¿Voy y le suelto: “¡Alto ahí! ¡Ni se te ocurra dar un paso más!”?. No sé, no sé. Yo no me veo. Ojú, verás si me voy a tener que llevar un rosario, porque me parece que no me va a quedar otra que rezar, no vaya a ser que tenga que terminar de tortas con cualquiera. Y a mí nada más hay que verme, que tengo las de perder fijo.
Bueno, y esto, sin entrar en imaginarme lo que tiene que ser entrar al supermercado. Eso tiene que ser traumático, porque para mí ya nunca será lo mismo, de verdad. El súper ya no es el lugar al que voy los viernes para volver con cuatro cosas ricas y disfrutar el fin de semana. Qué va. Ahora es un sitio peligroso, en el que todo el mundo ha puesto sus manazas. ¡A saber lo que estoy echando en el carro! Solo puedo rezar para que, por lo menos, no coja alguna cosa en la que haya estornudado alguien. Qué horror.

Así que, cuando vuelves a casa, lo que traes no es la compra sino un cargamento de sustancias peligrosas. Y todavía falta lo peor. Porque, ahora no soy capaz de entender cómo me jodía tanto colocar las cosas al llegar a casa. Vamos eso es un juego de niños comparado con el follón de plásticos que hay que liar para colocarlo todo y desinfectarlo y secarlo, y luego poner una lavadora con agua muy caliente para meter la ropa, las bolsas, los trapos de secar y hasta a la puñetera madre del bicho.

En fin, que digo yo, que si, ya puestos a rezar, no será mejor hacer unos cuantos ayunos de cuaresma y a ver si así aguantamos otra semanita y, de paso, rebajamos todo lo que hemos puesto.

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